Saturday, April 28, 2007

"Desentrañando los grandes misterios de la criptozoología"

Vuelvo a abrir el maletero para sacar el paquete. Tengo el presentimiento de que la próxima vez olvidaré la llave dentro. Le paso el azúcar a Blanca y le pido a Crepúsculo que me sostenga el mapa, que ya está aquí Nessie y lo educado es saludarla. Así que alargo la mano hacia la criatura acuática prehistórica y con la mayor delicadeza que haya tenido nunca nadie conmigo, posa una de sus aletas de propulsión delanteras sobre mi palma abierta, rozándome con sus almohadillas acolchadas en una caricia apenas táctil.

Les digo a los chicos que empiecen la ceremonia del té sin mí, que el plesiosaurio rosa me quiere llevar en su largo cuello a conocer su galaxia, pero que vuelvo enseguida.

- Sobre todo no pierdas el mapa, Crepúsculo -le digo-. Y tú, Blanca, haz el favor de echarle un ojo a mi hermana, ¿vale? Ya sabes cómo lleva lo de la ansiedad, y tal y como están las cosas tenemos que establecer un orden de prioridades.

Vuelco mi atención a los catorce metros de longitud del animal de la era mesozoica, la mayoría de los cuales son cuello. Menos mal que no me ha invitado a dar una vuelta en su cola, corta y resbaladiza. Hablando de lo cual, me alegro de que sea hembra; ya que los machos, con su tamaño más asequible, me ponen bastante nerviosa.

Es un engorro en cierta manera, pero es el precio que pago por saber tratar a los monstruos marinos de colores pastel.

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